EL objetivo

En realidad es un blog creado para la asignatura de Expresión Verbal en el Ámbito Profesional, es por eso que podrán ver un gran contenido referente a Derecho, pues es la licenciatura que me encuentro estudiando misma que se ha ido adhiriendo poco a poco a mi vida hasta formar parte de ella. Un punto clave de todo esto es también llevar a la práctica "el conectivismo". Veremos que tal resulta. ¡Disfruten el contenido!

miércoles, 2 de marzo de 2011

Unión entre personas del mismo sexo ¿Matrimonio?




No, no vengo a hablarles de religión si eso es lo que pensaron, ni mucho menos quiero decirles que los va a chupar el diablo si están a favor del matrimonio entre homosexuales. El hecho radica en que desde el pasado mes de marzo del año 2010, se aprobó en el D.F. otra de esas leyes que tenemos que respetar sin cuestionarlas. Lo curioso es que en esta ocasión esta ley nos dice que los hombres pueden contraer matrimonio con los hombres y las mujeres con las mujeres. ¿Qué pasó con las parejitas que veíamos desde primaria? ¿Dónde quedó el hombre que regalaba chocolates, rosas y un anillo a una dama? y  que, claro, prometía amor eterno aunque la palabra eterno sean solo tres meses en el lenguaje masculino.
Señores, no se llama matrimonio, ¡por favor! En la mayoría de las legislaciones, no solo en la de México sino a nivel mundial, el matrimonio siempre se ha caracterizado por tener dos elementos básicos: la diferencia de sexos y la procreación para perpetuar la especie. Sin embargo nos damos cuenta que a las parejas del mismo sexo les falta uno de esos pequeños detalles. Sin duda el Distrito Federal arregló eso con una manita de gato definiendo al matrimonio como “la unión libre de dos personas para realizar la comunidad de vida, en donde ambos se procuran respeto, igualdad y ayuda mutua.” (ART.146 Código Civil del D.F.)
En el mismo Estado de Puebla el matrimonio está definido como un contrato por el cual un solo hombre y una sola mujer se unen en sociedad para perpetuar la especie y ayudarse en la existencia (Art. 294 Código Civil para el Estado Libre y Soberano de Puebla). Es decir, ya sea en Argentina, en Perú, en Alemania, en Inglaterra y hasta en Irak un matrimonio siempre va a ser entre un hombre y una mujer con el fin de procrear y vivir juntos. No hay más. A excepción del D.F. claro está.
Jean-Étienne-Marie Portalis, reconocida jurista francesa, nos habla de que “el matrimonio existió antes de la aparición del cristianismo; que ha precedido a toda ley positiva y que deriva de la constitución misma de nuestro ser; no es ni un acto religioso ni un acto civil; es un acto natural que ha concentrado a los legisladores y que la religión ha santificado”. (Domínguez Martínez, 2008)  La misma naturaleza lo demanda, lo exige y nosotros nos adaptamos manteniendo sus elementos principales.
Por otro lado el matrimonio es sin duda la semilla que da origen a la familia, que crea descendencia, que incluso desde el poderoso Imperio Romano era símbolo de honores, de la protección de los hijos por el jefe de familia, de las consideraciones que la mujer gozaba tanto en la casa como en la ciudad y sobre todo de poder ser madre legalmente. Así de especiales nos salieron los romanos.
Ahora, ya que estamos hablando de historia, no nos vendría mal analizar la etimología de la palabra matrimonio. Pues bien, proviene del latín matrix (vientre, bolsa o cavidad en la mujer) y monium (cargo) ¿Quién más puede cargar con otra vida durante 9 meses si no es la mujer? El hecho de que conforme fue pasando el tiempo también fuera ella quien se ocupara de las labores del hogar y del cuidado de los hijos es harina de otro costal.
No obstante, ¿cómo deben llamarse entonces las uniones entre personas del mismo sexo?
Desde mi punto de vista debe llamarse Pacto de Solidaridad, como ya ocurría en Coahuila desde 2007 que definía a esta unión como “un contrato celebrado por dos personas físicas, mayores de edad, de igual o distinto sexo, para organizar su vida en común. Quienes lo celebran se considerarán compañeros civiles.” (Art. 385-1 del Código Civil de Coahuila) Y esta no es una figura que los mexicanos se hayan sacado de la manga, es toda una doctrina que viene de Francia y que está vigente desde 1999. (Código Napoleón) Aquí se busca que las parejas homosexuales tengan los mismos derechos y obligaciones que se tienen cuando las personas heterosexuales se casan, es decir, poder heredar, alimentos, patrimonio, filiación (reconocimiento de los hijos) exceptuando el adoptar. 
Es evidente, la unión entre personas homosexuales no es matrimonio. Cabe mencionar que es inútil incluso en la práctica puesto que solo 88 parejas se casaron durante el primer mes de vigencia, mientras que por parte de parejas heterosexuales -en ese mismo mes- hubo 2538 matrimonios según cifras del INEGI.
No es necesario decir que el hecho de nombrarle matrimonio a la celebración por la cual dos personas del mismo sexo se unen va en contra de la institución como tal. Los derechos de los homosexuales estaban protegidos por el pacto de solidaridad antes mencionado, todo estaba en hacer una ley que aplicara para toda la República y el hecho de que pudieran adoptar también podría arreglarse. No se puede ver más allá de la ignorancia que ciega a las personas y que pone el amor por encima de lo jurídico, por encima de nuestro propia historia y por encima de nuestro lenguaje.


Bibliografía

Domínguez Martínez, J. A. (2008). Derecho Civil. Familia. México: PORRÚA.
INEGI. (s.f.). Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. . Recuperado el 10 de Marzo de 2010, de Estadísticas de Nupcialidad: http://www.inegi.org.mx/lib/olap/General_ver4/MDXQueryDatos.asp?#Regreso&c=12239
Código Civil de Puebla
Código Civil de Coahuila
Código Civil del Distrito Federal
Código Napoleón (Francia) 

martes, 1 de marzo de 2011

El matrimonio entre personas del mismo sexo. Parte I

El punto central de mi escrito será sobre la incorrecta forma de llamar  "matrimonio" a la unión entre personas del mismo sexo. Va en contra de toda naturaleza. Hago constar previo al desarrollo del texto que no estoy en contra del derecho de personas con preferencia sexual a unirse, sin embargo, debe ser bajo otra acepción y no bajo el nombre de matrimonio.  Indudablemente afirmo que deberían ser nombrados como sociedad en convivencia o pacto  de solidaridad como establecen ya algunos Estados, uno de ellos Coahuila.  Es momento de dejar de mal llamar a la unión matrimonio, coincido con el Maestro Francisco Javier de la Fuente Presidente del Instituto Poblano del Derecho Familiar, quien nos dice: "no me explico la razón o causa que pudiera justificar tal hecho si ya se había alcanzado el objetivo de reconocer derechos semejantes a los del matrimonio y del concubinato que ambos cumplen con el fin de procrear la especie, estas uniones que naturalmente no lo pueden hacer se les equipare a tal institución."

A toda acción corresponda una reacción

Parece obvio y sumamente evidente el comprobar este principio, sin embargo, pensémos un poco, ¿qué reacción corresponde a la muerte? soy consciente de que pasamos por un estado de descomposición pero después de todo ese proceso ¿qué sigue? Creo que está más que refutado, ninguno de nosotros sabe que viene a continuación, cuál es el segundo acto. Necesitaríamos estar muertos para comprobarlo y hasta entonces esta teoría se encontrará por demás rebasada y refutada de manera parcial.
¿Qué dicen ustedes?

Los jóvenes: La esperanza de todos


Los jóvenes somos el futuro de México. Es algo de lo que podemos estar seguros y es nuestro compromiso creer en ellos.
Si bien es cierto que mucho se dice que somos una generación que basa su vida en el libertinaje no podemos compararnos con generaciones pasadas que regían todas y cada una de sus acciones según la “intocable” moral y los buenos usos y costumbres que daban la aprobación de la sociedad, es decir, nuestros abuelos e incluso algunos de nuestros padres fueron educados de una manera muy rígida que no permitía hacer un juicio propio o ver más allá de lo que la colectividad permitía, no quiere decir que la moral la estemos ignorando totalmente.
Podemos decir que somos una generación libre, capaces de decidir por nosotros mismos y de responder por nuestros actos.  Sin embargo, como en todo, un joven necesita ser educado al menos en casa para no dejarse manipular por las malas influencias que ponen en duda el criterio de cada uno de ellos. Somos responsables, eso sin duda. En el 2007 la STPS se dieron a conocer los resultados del modulo de trabajo infantil dentro de los que destaca lo siguiente: la Subsecretaria de Desarrollo Humano para el Trabajo Productivo de la STPS, Patricia Espinoza Torres indicó que “el 60 por ciento de los jóvenes de 14 a 17 años labora de forma subordinada o por su cuenta, y el 40 por ciento restante apoya a su familia” de los 2.5 millones de la población que estos representan.  
Es por eso que les digo a todos ustedes que no pierdan la fe en nosotros, siempre estamos ahí y queremos crecer; somos conscientes que en ocasiones no hemos podido seguir el camino correcto pero tomen en cuenta que muchas veces nos encontramos solos y que necesitamos de ustedes para salir adelante. ¡No se queden mirando! No es cosa de uno. Piensen un momento la dificultad y los riesgos de los que somos susceptibles a esa edad; aún así ahí estamos, no crucen los brazos, no critiquen a los jóvenes. Ayúdenos así como también nosotros ayudamos a llevar el pan a la casa; a obtener una beca y luchar por un mejor futuro para la familia; a realizar quehaceres del hogar; a cuidar del hermano; a dar apoyo incondicional cada que se presenta un problema. Los jóvenes podemos hacerlo, pero todo es más fácil con su ayuda.